Ya lo había escuchado cientos de veces que antes de que los necesitara, debía conocer a los abogados accidentes de tráfico Toledo, pero cometí el error de confiar en que nada pasaría y desafortunadamente en un abrir y cerrar de ojos me encontré en medio de un gran problema en plena vía pública.
El día que necesité de uno de estos abogados, salí de mi vivienda –a la misma hora de siempre- y tomé la ruta que me lleva directo a la oficina. Sin atajos, porque soy de los que prefiere las autopistas y vías principales, antes que las pequeñas calles donde también se registra mucha movilidad de coches y peatones.
Este martes, tan parecido a los demás, cambió por completo cuando de manera sorpresiva vi volar a un motorista desde el otro lado de la autopista y aterrizó exactamente al lado de mi coche. Cualquier persona que no haya sido testigo del abrupto vuelo del joven, podría haber pensado que yo lo había arrollado.
Todo pasó muy rápido. De un segundo a otro, yo pasé de ser un conductor más a estar involucrado en un accidente que tenía la terrible particularidad que incluía un herido. Como era de esperarse, no tenía idea de qué hacer, decir o a quién llamar. Me sentía como en una nube espesa de confusión y supe que las cosas iban mal cuando llegó un oficial de tráfico y me trató como un potencial sospechoso.
Justo en ese momento entendí que nada de lo que dijera, iba a ser creído sin objeciones. El joven herido no estaba en condiciones de hablar, así que solo era yo en contra de las circunstancias que me rodeaban. Mi desesperación me llevó a cometer errores que complicaron más la situación, así que me costó un poco demostrar que yo no era responsable del accidente.
Ahora sé que hubiese sido un poco más sencillo si hubiera tenido el asesoramiento inmediato de un abogado especialista en accidentes de tráfico.
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