El yoga ha revolucionado el espíritu de los más urbanitas e hiperactivos, ¿por qué? “La práctica ha logrado adaptarse a nuestra época, para que nuestros contemporáneos puedan beneficiarse de sus virtudes”, constata Delahaie, profesora certificada de Power Yoga. En efecto, el yoga parece responder a muchas necesidades comunes: reconciliarse con la inteligencia del y ganar tonicidad, vitalidad y paz interior; para los más puristas supone un simple a la dimensión espiritual.
Hasta hace poco el más conocido de los métodos era el Hatha yoga, que por ser estático puede desanimar a más de . El Ashtanga, en cambio, es más dinámico y por eso ha conquistado el corazón de muchos “yoguis”, empezando por el de celebrities como Madonna. Su versión más divertida, menos tradicional y más musical es el Power Yoga.
Un poco de historia
Este método surge en Estados Unidos en los años ochenta, a diferencia de los otros, que en su mayoría lo hicieron en la India. “El Power Yoga proviene de muchos lugares, pero principalmente de California”, precisa Delahaie, que se formó con Bryan Kest, cofundador del método en Santa Mónica. Junto a Byron Baptiste, Kest tuvo la ideal de transformar el Ashtanga, creando una versión más divertida y menos rígida. “los cursos eran muy repetitivos, en el sentido de que sólo el de la primera permite acceder a las siguientes y a las posturas –o asanas– que las conforman”, agrega la experta.
Los grandes principios del Power Yoga
Podría decirse que el Power Yoga es una versión desestructurada del Ashtanga, pues introduce asanas de diferentes series para crear sesiones con frecuencias únicas. Los profesores reinventan las series cada vez, en función de la energía de los alumnos o del aspecto que quieran desarrollar, a saber, el equilibrio, la flexibilidad, la tonicidad muscular… Muy orientado a los beneficios corporales, este tipo de yoga agrega a las posturas específicas del yoga, movimientos de fitness o de Pilates; además, se hace con música, ya sea soul, hip hop o jazz.
Saludos al Sol, asanas y relajación
La sesión comienza con la postura del niño, que ayuda a concentrarse y a romper con el estado de agitación inicial. Después, pueden hacerse los sempiternos saludos al Sol o la respiración Ujaï, que es típica del Ashtanga, sincronizada con movimientos. A continuación, se inicia el encadenamiento de posturas, que cambian cada vez. El curso finaliza con una relajación profunda y con la entonación del ohm, que permite terminar la sesión con un sentimiento de unidad.